viernes, 25 de octubre de 2013

El Caso Sendic: Hay que combatir un rumor? Y cómo se hace?

Por Pablo Ordóñez
Ayer el dirigente frenteamplista y ex presidente de Ancap, Raúl Sendic se refirió en el programa “En la Mira” (señal VTV) a rumores, surgidos dentro de su propia fuerza política, que hablan de su condición sexual y su presunta homosexualidad.
En realidad quienes como comunicadores estamos en el circuito informativo, sabíamos de la versión hasta en sus más despreciables detalles, que en realidad corrían por los pasillos del “micromundo político”, del cual la opinión pública tiene poca información, descree profundamente y tiene escasísimo interés.
Y conociendo el origen y forma de dispersión de los rumores, lo colocamos en el largo listado de chismes y versiones aborrecibles, que desde hace décadas, mal adornan a nuestro sistema político.
(Generalmente los políticos tienen una visión deformada  y magnificada del entorno en el que desarrollan sus actividades. Y el Palacio Legislativo es la máxima expresión de esa realidad aumentada).
Amén de eso, tampoco me preocupa la opción sexual de nuestros gobernantes o de cualquier otro ciudadano.
Horas atrás nos enteramos que Sendic estaba dispuesto a encarar la especie desde un programa periodístico-político de televisión y ahí nos asaltó el interés profesional sobre si corresponde o no, en este y otros casos, intentar contrarrestar un rumor “de palacio” en un medio masivo.
El rumor
Existe una máxima periodística dice que “el rumor es la antesala de la noticia” y de eso se valen sus instigadores para lograr sus oscuros objetivos.

Los rumores indudablemente afectan a la reputación de las personas, para bien o para mal  -incluso cuando se pueda constatar que el rumor es falso- y condicionan el comportamiento de los demás hacia esa persona, incluso cuando se pretenda aclarar con información rigurosa y objetiva.
Ralf Sommerfeld, del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva, en Plön, Alemania, realizo una serie de experimentos sobre los rumores y llegó a la conclusión que “lo que se rumorea acerca de un individuo concreto entre un grupo de personas tiene más poder en el comportamiento y juicio de éstas hacia dicho individuo que las observaciones directas acerca del mismo”.
Esto sucede porque los rumores son especulaciones no confirmadas con información no contrastada, que rara vez se difunden abiertamente y cuentan con una rápida expansión, y suelen carecer de una fuente original bien definida. No obstante, la primera reacción de la gente ante el rumor es creerlo, sin ponerlo en duda.

Hasta ahí lo que los teóricos han podido probar y reflejar en sus papers académicos. El otro tema es cuando el rumor se convierte en noticia.
Amplificarlos no debe ser el camino
El rumor es de naturaleza oral, y como producto de una sociedad son capaces de existir sin fundamento o ser injustificados y carentes de cualquier soporte o veracidad
Tanto el experto español Fabio Gallego como Ralf Sommerfeld, son drásticos al sostener que el rumor, que no necesita pruebas a la hora de transmitirse, influye más que los hechos reales en la reputación de las personas.
La sociedad, en general, no tiene conciencia de qué es un rumor y cada miembro del colectivo, sin quererlos se transforma en emisor y reproductor de su difusión.
Algunos profesionales de la comunicación  han establecido protocolos para intentar combatir al rumor , aunque, Gallego sostiene que “es muy difícil atacar un fenómeno irracional.”
“Lo irracional no se puede detener. Resulta inútil querer dar una respuesta racional a una cuestión irracional”, dice. “La mayoría de los rumores tienen un componente de absurdo, y para enfrentárseles es necesario que la mente «salga y piense desde fuera del marco» para poder ofrecer una respuesta adecuada”.
Quienes manejamos a diario situaciones de crisis comunicacionales, no obstante siempre sostenemos que nunca hay que responder a versiones o especulaciones y menos amplificarlas.
Sincericidio?
Ayer Sendic tomó el camino de transformar el rumor en noticia y sacarlo de los corrillos políticos para ponerlo en el conocimiento del gran público y masificarlo, al punto que hoy ya ocupa amplios espacios en la prensa y redes sociales.
Si existía algún distraído que no conocía el rumor – que calculo serían el 98% de la población- hoy ya sabe que se duda de la heterosexualidad de este dirigente político.
Y ya están comentándolo en su trabajo, amplificando el tema y seguramente todos van a ir  por los canales informativos del rumor para capturar más información y satisfacer el morbo. Y a partir de allí genera el efecto de “bola de nieve”: el rumor irá incorporando todo lo que esté a su paso.
Entonces Sendic habrá logrado el efecto contrario.

La única herramienta que puede combatir un rumor es la información. Pero decir que un rumor no es cierto no es suficiente.
Los políticos no gozan de credibilidad a nivel de la opinión pública y ocupan los últimos escalones en las encuestas sobre este aspecto.
No me queda en claro por qué Sendic pensó que la gente le iba a creer con tan sólo negar el rumor.
“Estoy tranquilo con mi vida pública y privada; en lo privado cuidé mucho a mi familia. Hoy construyo una relación con una nueva compañera, y más allá de lo que puedan decir, no me afecta”, dijo Sendic ayer. Fue suficiente?
Si no lo afecta, por qué salir a desmentir o aclarar sobre su situación u opción sexual?
Acto seguido el periodista Gabriel Pereyra le preguntó si la sociedad aceptaría de buen grado que un dirigente admitiera que es homosexual y Sendic respondió “no sé si la sociedad está del todo preparada para eso y creo que va a tener dificultades”.
La lectura lineal que hizo gente común que vio el programa y a las consulté sobre qué les había parecido esto, sostuvieron que está claro que si es gay no lo va a decir por esto último que dijo. Sendic tiene aspiraciones políticas altas y nunca lo admitiría. Eso es lo que el común de la gente cree. Los políticos no hacen carrera asumiendo sus debilidades o aspectos controvertidos por muchos.
En toda mi ya larga trayectoria como periodista y asesor en comunicación estratégica he escuchado decenas de rumores de políticos, desde los corrillos parlamentarios, hasta los tablados y las murgas y ruedas de amigos y oficinas.
He escuchado de políticos ladrones, borrachos, golpeadores, adúlteros, sexópatas y también de políticos gay y del “poder rosa”.

Esta es la primera vez que un político sale a la palestra a contrarrestar un rumor.
Las desmentidas de opciones sexuales y otros entuertos quedaban hasta ahora reservados a los programas amarillos y de chismes de la farándula.
Hoy el rumor de que “Sendic es gay, pero lo niega” está en el máximo de su amplificación. Es tema de medios, “bares y oficinas y mentideros” como bien dice Pereyra. Quizás Sendic, presionado y estresado por el rumor, salió apresurado, cuando la actitud debería haber sido otra.
Dijo que salía a hablar de esto porque “lo alertaron que dirigentes de su partido le tirarían una bomba para afectar su futuro político”.

Entonces el optó por apagar la mecha con un fósforo.
Los rumores no tienen cara. A quién le estaba contestando ayer?
Debería haber esperado. José Batlle y Ordóñez dijo una vez. “en política el que se precipita...se precipita!”.
No en vano Gallego y Sommerfeld afirman que “el rumor tiende a reducirse porque los detalles que se ofrecen sobre esa falsa noticia también son cada vez menores o enloquecidos, en el sentido de que ya no son creíbles por los ciudadanos”.

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