Por Pablo Ordóñez
Ayer el dirigente frenteamplista y
ex presidente de Ancap, Raúl Sendic se refirió en el programa “En la Mira” (señal
VTV) a rumores, surgidos dentro de su propia fuerza política, que hablan de su
condición sexual y su presunta homosexualidad.
En realidad quienes como
comunicadores estamos en el circuito informativo, sabíamos de la versión hasta
en sus más despreciables detalles, que en realidad corrían por los pasillos del “micromundo
político”, del cual la opinión pública tiene poca información, descree
profundamente y tiene escasísimo interés.
Y conociendo el origen y forma de
dispersión de los rumores, lo colocamos en el largo listado de chismes y
versiones aborrecibles, que desde hace décadas, mal adornan a nuestro sistema
político.
(Generalmente los políticos tienen
una visión deformada y magnificada del
entorno en el que desarrollan sus actividades. Y el Palacio Legislativo es la
máxima expresión de esa realidad aumentada).
Amén de eso, tampoco me preocupa la
opción sexual de nuestros gobernantes o de cualquier otro ciudadano.
Horas atrás nos enteramos que Sendic
estaba dispuesto a encarar la especie desde un programa periodístico-político de televisión
y ahí nos asaltó el interés profesional sobre si corresponde o no, en este y
otros casos, intentar contrarrestar un rumor “de palacio” en un medio masivo.
El rumor
Existe una máxima periodística dice
que “el rumor es la antesala de la noticia” y de eso se valen sus instigadores
para lograr sus oscuros objetivos.
Los rumores indudablemente afectan a
la reputación de las personas, para bien o para mal -incluso cuando se pueda constatar que el
rumor es falso- y condicionan el comportamiento de los demás hacia esa persona,
incluso cuando se pretenda aclarar con información rigurosa y objetiva.
Ralf Sommerfeld, del Instituto Max Planck de Biología
Evolutiva, en Plön, Alemania, realizo una serie de experimentos sobre los
rumores y llegó a la conclusión que “lo que se rumorea acerca de un individuo
concreto entre un grupo de personas tiene más poder en el comportamiento y
juicio de éstas hacia dicho individuo que las observaciones directas acerca del
mismo”.
Esto sucede porque los rumores son
especulaciones no confirmadas con información no contrastada, que rara vez se
difunden abiertamente y cuentan con una rápida expansión, y suelen carecer de
una fuente original bien definida. No obstante, la primera reacción de la gente
ante el rumor es creerlo, sin ponerlo en duda.
Hasta ahí lo que los teóricos han podido probar y reflejar en sus papers académicos. El otro tema es cuando el rumor se convierte en noticia.
Amplificarlos no debe ser el camino
El rumor es de naturaleza oral, y
como producto de una sociedad son capaces de existir sin fundamento o ser injustificados
y carentes de cualquier soporte o veracidad
Tanto el experto español Fabio
Gallego como Ralf Sommerfeld, son drásticos al sostener que el rumor, que no
necesita pruebas a la hora de transmitirse, influye más que los hechos reales
en la reputación de las personas.
La sociedad, en general, no tiene
conciencia de qué es un rumor y cada miembro del colectivo, sin quererlos se
transforma en emisor y reproductor de su difusión.
Algunos
profesionales de la comunicación han establecido protocolos para intentar
combatir al rumor , aunque, Gallego sostiene que “es muy difícil atacar un
fenómeno irracional.”
“Lo
irracional no se puede detener. Resulta inútil querer dar una respuesta
racional a una cuestión irracional”, dice. “La mayoría de los rumores tienen un
componente de absurdo, y para enfrentárseles es necesario que la mente «salga y piense desde fuera del marco» para
poder ofrecer una respuesta adecuada”.
Quienes
manejamos a diario situaciones de crisis comunicacionales, no obstante siempre
sostenemos que nunca hay que responder a versiones o especulaciones y menos
amplificarlas.
Sincericidio?
Ayer Sendic tomó el camino de transformar el rumor en
noticia y sacarlo de los corrillos políticos para ponerlo en el conocimiento del
gran público y masificarlo, al punto que hoy ya ocupa amplios espacios en la
prensa y redes sociales.
Si existía algún distraído que no conocía el rumor – que calculo
serían el 98% de la población- hoy ya sabe que se duda de la heterosexualidad
de este dirigente político.
Y ya están comentándolo en su trabajo, amplificando el tema y
seguramente todos van a ir por los canales
informativos del rumor para capturar más información y satisfacer el morbo. Y a
partir de allí genera el efecto de “bola de nieve”: el rumor irá incorporando
todo lo que esté a su paso.
Entonces Sendic habrá logrado el efecto contrario.
La única herramienta que puede combatir un rumor es
Los políticos no gozan de credibilidad a nivel de la opinión
pública y ocupan los últimos escalones en las encuestas sobre este aspecto.
No me queda en claro por qué Sendic pensó que la gente le
iba a creer con tan sólo negar el rumor.
“Estoy tranquilo con mi vida pública y privada; en lo
privado cuidé mucho a mi familia. Hoy construyo una relación con una nueva
compañera, y más allá de lo que puedan decir, no me afecta”, dijo Sendic ayer.
Fue suficiente?
Si no lo afecta, por qué salir a desmentir o aclarar sobre su
situación u opción sexual?
Acto seguido el periodista Gabriel Pereyra le
preguntó si la sociedad aceptaría de buen grado que un dirigente admitiera que
es homosexual y Sendic respondió “no sé si la sociedad está del todo preparada
para eso y creo que va a tener dificultades”.
La lectura lineal que hizo gente común que vio el programa y
a las consulté sobre qué les había parecido esto, sostuvieron que está claro
que si es gay no lo va a decir por esto último que dijo. Sendic tiene
aspiraciones políticas altas y nunca lo admitiría. Eso es lo que el común de la
gente cree. Los políticos no hacen carrera asumiendo sus debilidades o aspectos
controvertidos por muchos.
En toda mi ya larga trayectoria como periodista y asesor en
comunicación estratégica he escuchado decenas de rumores de políticos, desde
los corrillos parlamentarios, hasta los tablados y las murgas y ruedas de
amigos y oficinas.
He escuchado de políticos ladrones, borrachos, golpeadores, adúlteros,
sexópatas y también de políticos gay y del “poder rosa”.
Esta es la primera vez que un político sale a la palestra a contrarrestar un rumor.
Las desmentidas de opciones sexuales y otros entuertos quedaban
hasta ahora reservados a los programas amarillos y de chismes de la farándula.
Hoy el rumor de que “Sendic es gay, pero lo niega” está en
el máximo de su amplificación. Es tema de medios, “bares y oficinas y
mentideros” como bien dice Pereyra. Quizás Sendic, presionado y estresado por
el rumor, salió apresurado, cuando la actitud debería haber sido otra.
Dijo que salía a hablar de esto porque “lo alertaron que
dirigentes de su partido le tirarían una bomba para afectar su futuro político”.
Entonces el optó por apagar la mecha con un fósforo.
Los rumores no tienen cara. A quién le estaba contestando
ayer?
Debería haber esperado. José Batlle y Ordóñez dijo una vez.
“en política el que se precipita...se precipita!”.
No en
vano Gallego y Sommerfeld afirman que “el rumor tiende a reducirse porque los
detalles que se ofrecen sobre esa falsa noticia también son cada vez menores o
enloquecidos, en el sentido de que ya no son creíbles por los ciudadanos”.