martes, 6 de octubre de 2009

Conspiromanía

Por Pablo O.

A raíz del caso Perera y la posterior incursión del asesor trucho de la Presidencia de ANTEL, por enésima vez, volvieron a circular rápidamente variopintas teorías conspirativas para explicar tan bochornosos sucesos.

Repasando la historia reciente y la no tanto, es particularmente llamativo que quienes esgrimen esas teorías de la conspiración siempre sean personas que ostentan u ocupan posiciones generalmente ligadas a los extremos de los arcos políticos, religiosos, sociales, etc.

Se ven entonces en estos tiempos teorías conspirativas de todo pelo y señal, que alimentan al cine y la televisión, venden libros, explican impresentables hechos políticos, pretenden juntar votos y justificar los que se pierden.

Todas estas especies obviamente satisfacen una demanda importante y ávida de cierta porción de la opinión pública.

Justamente la otra noche veía nuevamente la película Teoría Conspirativa, con Mel Gibson, un paradigma de este pensamiento: Atrás de cada hecho hay una conspiración.

El filósofo austríaco Karl Popper fue quien acuño el término "teoría conspirativa" para criticar las ideologías que conducían y conducen al fascismo, nazismo y comunismo. Y fue más allá. Sostuvo que todos los totalitarismos se basan en "teorías conspirativas" y que recurren a complots imaginarios, conducidos por escenarios paranoicos, como forma de perpetuarse en el Poder.

Quizás el actual monarca de la teoría conspirativa es Hugo Chávez, que basa todo su accionar político y diplomático, económico y social en el enfrentamiento a diversas y permanentes teorías conspirativas... obviamente contra su persona. Y así teje relaciones peligrosas y encamina a la región a una carrera armamentista, liquidando entre otras cosas las libertades básicas del pueblo venezolano. Seguramente el no se cree sus propias historias, pero le son funcionales a sus objetivos.

Desde el punto de vista comunicación, me resultó interesante investigar, buscar y compartir algunos datos sobre cuáles son los ingredientes que deben tener las teorías conspirativas y los complots para poder instalarse en la opinión pública.

Como los rumores, las teorías conspirativas se hacen fuertes donde hay un vacío de información de interés público, no presentan un autor o emisor reconocible y circulan en el boca a boca, bajo la forma de microcomunicación, expresa la comunicóloga argentina Mariana López,

Ella y otros autores sostienen que los complots tienen otros ingredientes que los hacen tan sólidos, como que por ejemplo deben ser verosímiles. O sea que la historia que se debe contar tiene que ser creíble. A su vez debe ser simple, fácilmente explicable y asimilable, aunque nunca pueda ser probada.

Era más fácil fraguar la historia que Perera fue víctima de unos secuestradores que lo quisieron matar porque estaba investigando algo “grande” y ponía en jaque intereses importantes, que decir que era un muchacho inteligente pero perturbado sicológicamente -con alguna adicción- que fingió todo eso en un momento de insanía.

O decir que el empleado trucho de Antel formaba parte de una red de espionaje y usaba sofisticados equipos de simulación, que admitir que al directorio del ente se le escapó la tortuga y aceptaron por bueno y recomendado a un timador de poca monta, que se aprovecho del siempre vigente clientelismo político para hacer el “cuento del tío”.

Siempre hubo quienes vendían buzones, el obelisco, una porción de la playa Pocitos o un banco de la Plaza Independencia. E incautos y desinformados que los compraron.

No hubo complot, hubo un delincuente.

Pero la conspiración suena mas sofisticada y fundamentalmente descarga las culpas propias en situaciones irreales, pero que la gente “compra”

Las teorías conspirativas se hacen fuertes en el marco de la ignorancia de la gente y se asientan sobre los prejuicios y los estereotipos.

Además tienen vinculación al poder y una lógica binaria y maniquea, donde hay una victima y un victimario, o el bien y el mal.

Que debe hacer una empresa que se enfrenta a una de estas teorías?

Bueno, la receta es sencilla: tener una clara política comunicacional, directa, abierta y permanente. Evitar los rumores dentro de la propia organización y hacia afuera de ella. Eso se hace con información.

Los asesores deben evaluar el grado de verosimilitud antes de decidir si se le da curso de respuesta a un rumor o se la deja de lado por una simple y burda leyenda urbana.

Pero cuando el “complot” toma un estado más público y masivo, la estrategia debe ser siempre no esconderse, enfrentar la especie con la verdad contundente, con la legitimación de los medios y los formadores de opinión.

Analice el lector todas las teorías conspirativas y verán que lejos de eso no dejan de ser pantallas que realmente esconden un simple verdad. O una metida de pata.

Allá por los 90 estuvieron las recordadas “embestidas bagualas” contra los blancos... la cruz del Papa en Tres Cruces y el avance del Opus Dei, la toma del poder masónico con Tabaré Vázquez como emblema, y podemos seguir un rato...

Ahora tenemos el libro “Pepe Coloquios”, que no fue una trampa urdida por un periodista de izquierda tramposo alentado por la derecha golpista para arrebatarle el poder a la izquierda, como dijo un senador afecto a ver conspiraciones en todos lados....fue el mismísimo candidato Pepe Mujica que se desbocó, como muchas veces lo hace y sin medida.

Pero sobre la campaña política y las estrategias (¿) de comunicación de los candidatos hablaremos en un próximo post..

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